Que a uno le cuenten lo que es Mónaco, si hablamos de Fórmula 1 claro, está bárbaro. Enseguida se imaginará cómo estos aparatos fantásticos serpentean por las complicadas y fascinantes calles del Principado más famoso del planeta y, de inmediato, lo asaltará la ilusión de poder estar allí algún día. Pero vivirlo, sentirlo, oírlo y, por qué no, respirarlo, no tiene precio. Máxime si la oferta es completa, con un fin de semana de carreras –sí, leyó bien, carreras de verdad, con un sistema de organización similar al Gran Premio que se corre quince días más tarde por el campeonato mundial- que sintetizan, en tres días, medio siglo de la más rica historia de la categoría reina de todos los tiempos. Donde uno puede disfrutar, por ejemplo, la fantástica época de los primeros Grand Prix de la pre-guerra, con monopostos espectaculares de la talla de los Alfa Romeo P2 y Monza, Bugatti T35 y 37, el monoplaza T50, los emblemáticos ERA, las Maserati A6, 4 CL, 6CM, las Simca Gordini, el Talbot Lago…verlos bajar de costado en la curva del Hotel Fairmont –la vieja estación- pone los pelos de punta.

Pero quien prefiera la época subsiguiente, a partir de 1952 con la fórmula 2 litros y 2.5 hasta 1960, tiene material para divertirse un rato largo, si a uno le cuentan que va a ver correr hoy el auto que usó Fangio por última vez en su campaña en Reims ‘58, la Maserati 250 F "píccola", seguro que no dará crédito alguno a lo que le dicen. Pero en cuanto ve ese perfil alucinante sortear la curva de Saint Devote y perderse con rumbo al Casino, bueno…ya está. Suficiente por hoy. Pero no está sola, otra incunable la acompaña: La Ferrari Dino 246 de Phil Hill, último fórmula 1 con motor delantero, cuando Enzo Ferrari finalmente se rindió ante el nuevo concepto encabezado por John Cooper y siguió el mismo camino.

Y ya que estamos con Cooper, una jauría de estos autos que revolucionaron la categoría a fines de los 50 y principios de los 60 se hizo presente en las calles monegascas, todos y cada uno con una rica historia que contar. Como aquél que estrenara Charlie Menditeguy en el GP de Argentina de 1960, o el que usara Bruce Mc Laren.

Un aluvión de monopostos infernal, los Lotus 16 y 18, el BRM de Jo Bonnier…

Un tiempo dorado de la F1 fue el periplo 1961/65, con los "cigarros" de litro y medio, 220 HP y 600 kg de peso. Autos bellísimos y muy divertidos para ver, me desasnaron soberanamente cuando los vi. Yo tenía un concepto equivocado de estos aparatos, pensaba que eran poco más que un Fórmula Junior. No señor, por algo en ese tiempo surgieron figuras como Jim Clark, Jackie Stewart, John Surtees y tantos otros monstruos de la época. Eran autos que había que llevarlos al límite y corrigiendo, nada de alerones ni efecto suelo, verlos hoy es una delicia.

Para los memoriosos, las imágenes de la película Grand Prix vienen como anillo al dedo. El Lotus 25 del "Escocés Volador" estaba en los boxes, y a la postre se llevó los laureles y el champagne del domingo. En esta categoría, un Lola Mk4 Coventry Climax estuvo en Mónaco manejado por un argentino que es Socio de CAdeAA, Jorge Ferioli.

Brabham, De Tomaso, ATS, BRP-BRM, Ferrari, un Scirocco-BRM… un lote excepcional. 3 LITROS Y MUCHA POTENCIA

La parte final estaba reservada para los monstruos de 3 litros, desde 1966 hasta 1972 por una parte y desde 1973 hasta 1978 la más "contemporánea". El sonido cambia, los chasis son más voluminosos y ya la potencia se hace sentir. 400 caballos y más. Los recuerdos de aquellos grandes premios de los `70 en Buenos Aires dicen presente, el sonido espectacular del Matra de Beltoise, la Ferrari 312 de Ickx ganadora en Nürburgring, el primer chasis Lotus 49 Cosworth que debutó con triunfo en Holanda 1967 con Jim Clark en las dunas de Zanvoort. Un precioso McLaren M14 que alguna vez pilotara Dennis Hulme. Los March -¿cómo no recordarlos?- en sus diferentes versiones de principios de los `70, incluido el que utilizó Ronnie Peterson el día de su debut, y precisamente en Mónaco. El Tyrrell 006 de Stewart y Cevert, los Brabham de "Old Jack" y Jacky Ickx…el primer Surtees, los pesados y poco competitivos Tecno 12 cilindros.

Ya es domingo y la tarde inexorablemente se nos va. El cielo está más encapotado que nunca, ahora caigo que todo tiene un final, llueve a cántaros y estoy esperando que se largue de una vez la última carrera de este increíble festival. Un Hesketh pica en punta, varios autos siguen de largo en Saint Devote, la Ferrari de Lauda me aturde con sus 12 cilindros a pleno. Un Tyrrell de 6 ruedas levanta un spray de lo más estético, cual si fuera una danza bajo la lluvia. Veo pasar la Ferrari T3 con la que Reutemann hizo la pole en este mismo circuito, allá por 1978. Me pellizco, ¿estoy aquí, en este momento? ¿Y ese Lotus negro? ¿no era de Andretti?

Banderazo final. Después del diluvio que dura 45 minutos, la última prueba llega a su fin. Y, créanme, con mi amigo Carlos Gerbaudo nos miramos y no hizo falta hacer ningún comentario. Ya estamos planeando todo para que en dos años podamos volver…