Un Duesenberg criollo
Un Duesenberg criollo
se ve a su dueño, seguramente un señor con buen dinero, quien encargó a los Estados Unidos la mecánica que luego armó mi padre. |
entero y a su izquierda un ayudante. |
Los hermanos Duesenberg fundaron en 1913 la Automobile y Motor Company en Iowa, Estados Unidos, destinada a la fabricación de automóviles en forma artesanal. Sus prototipos fueron considerados, en su época, como los más avanzados en tecnología, obteniendo un resonante triunfo en el Grand Prix de Francia de 1921, que se corrió en el circuito de Le Mans, conducido por Jimmy Murphy, que se convirtió en el único Americano en ganar una carrera de Grand Prix Europeo, con un auto totalmente americano. En Julio de 1921 la fábrica se trasladó a Indianápolis, donde comenzó la fabricación de automóviles de calle, equipados con motores de 8 cilindros en linea, hasta llegar en 1929 al legendario Modelo J, que barrió con toda la competencia. Motorizado con un 8 cilindros en línea de 265 HP y una cilindrada de 7 litros, alcanzaba una velocidad final de 200 kilómetros por hora.
Su valor era inalcanzable para un ciudadano normal, ya que costaba más que un Rolls-Royce. Entre sus distinguidos propietarios se encontraban Clark Gable y Greta Garbo, así como la Reina Margarita de Yugoslavia y Alfonso XIII de España. El comprador de un Duesenberg adquiría el chasis que se enviaba al carrocero de elección para vestirlo a su gusto, teniendo de esta manera un vehículo único. El costo de la mecánica completa en la década del 30 era de alrededor de 10.000 dólares y terminado, por encargue, podía llegar a los 25.000 dólares. Piénsese que es esa época, un médico en Estados Unidos ganaba un promedio de 3.000 dólares al año y había muchos auto nuevos que costaban menos de 500 dólares, esto significa que el chasis solo de un Duesenberg costaba lo mismo que 20 Ford A…
En 1932 se produjo un motor sobrealimentado que erogaba 320 HP, denominado "SJ", con una velocidad superior a los 217 km por hora, marcando en una prueba en las salinas de Bonneville, Utah, 245 km por hora.
La fábrica cesó su actividad en el 37. Fue en ese año que un porteño importó una mecánica completa del modelo J, la que venía en varios cajones y era necesario armar. Dicha tarea se la encomendó a mi padre Alfredo. Posteriormente se mandó a construir una carrocería, como la vemos en la foto. Ella tiene una dedicatoria del dicho dandy porteño a mi padre: "A Alfredo Rosende, mi acompañante en la carrera de reconstrucción de este automóvil. Buenos Aires 31/7/41"
Este imponente automóvil fue llevado a la Casa de Gobierno para mostrarlo al Presidente Farrel, quien quedó encantado por tratarse de un vehículo armado y carrozado en la Argentina, solicitándolo para viajar en el desfile del 9 de Julio; pero posteriormente se optó por un vehículo cerrado por razones de seguridad.
En otro orden, mi padre preparó un turismo carretera Dodge con el que correría el Gran Premio de TC. Este auto había corrido en varias oportunidades con un piloto de Lanús, de apellido Delleri. Lo compró en sociedad con un amigo, pero en el 55 se suspendió el Gran Premio por la revolución y luego lo vendieron. Hasta no hace mucho tiempo conservé el carnet de piloto de mi padre.
Estas son, solo algunas de las tantas historias que relacionaron a mi padre con la mecánica y a su amor por los automóviles.
Por: José Rosende