La inscripción había superado todos los cálculos. La planilla se cerró con 81 inscriptos.

El programa incluía recepción el viernes al mediodía en Dolores, acreditación en el Hotel del Bosque, Pinamar; regularidad el sábado sobre ruta Pinamar-Madariaga-Gesell-Pinamar; Gymkhana vespertina; cena y entrega de premios. Un itinerario tranquilo, por autovías casi despobladas en Septiembre, buenos Hoteles, buen catering y la proverbial camaradería de CAdeAA.

Suele utilizarse, a modo de giro literario: "pero densos nubarrones se cernían sobre tan tranquila situación…" Bien, esta vez no fue un giro. Fue muy real. Muy, desalentadoramente real. El pronóstico extendido amenazaba: de jueves a domingo lloviznas primero, lluvia luego y diluvio más tarde.

¿Se suspende? Imposible por la complejidad de la organización. Y aquí, como tantas veces ha sucedido, la fraternidad hizo su silencioso pacto heroico. El Club somos todos. Si no estamos nosotros, no hay Rally, no hay fiesta, no hay Club.

Y partieron las máquinas, bajo una lluvia permanente, viento en contra, la inundación mayor en 21 años y la desesperanza sobre la aparición del sol. Cada cual con lo que tenía o con lo que podía. Los autos un poco más modernos, más seguros y confortables reemplazaron a los vintage y post vintage. Si no había reemplazo, sería con auto de calle. Si sólo había una baquet, aunque Ud. no lo crea, sería en baquet.

¿La lluvia? La gente de la Sec. de Turismo de Pinamar miraba asombrada como iban arribando los autos. Uno tras otro, con tripulaciones más felices que preocupadas. Se enteraron que una baquet Ford A, negra, había viajado desafiando la tormenta, que la Sra. Copiloto debió ser pasada a un auto cerrado y su piloto asistido cuando su color se había vuelto azul. Porque también hacía frío.

Y que uno de nuestros Socios y su esposa, que no pudieron participar el viernes por una cuestión familiar, vinieron el sábado solo para estar en la cena, para cantar su presente y, probablemente, reconfortarse con el abrazo de sus amigos. Y que amigos de Santa Fe y Córdoba habían viajado con sus antiguos, duplicando los kilómetros y la hazaña. Y desde Mar del Plata, también.

Entonces, se dieron cuenta que la decisión de declarar al evento "De interés Municipal" había sido bien tomada. El Rally lo merecía.

Las inclemencias del tiempo, en principio un escollo, se había convertido en un acicate. Lo que era desalentador se convirtió en desafío. La lluvia fue el ingrediente inédito que le puso anécdota y sal al evento. Ganarle a la meteorología fue la meta. La taba volaba para caer de "culo" (bueno, así se dice…). En el aire, la muchachada la dio vuelta para que clavara "suerte" Los cuentos sobre la inexistente estanqueidad de los autos estuvo a la orden del día. Ningún auto se salvo de una gotera, filtración o lisa y llana inundación.

La partida de la regularidad se hizo desde la rotonda que da al mar, bajo un verdadero temporal. Viento y agua que caía como para ahogar a un pato. Los paraguas se daban vuelta, mientras varios Socios designados, más otros autoconvocados espontáneamente, ordenaban las máquinas por orden de largada. Muchas máquinas. Dos horas. Un siglo.

Germán Vacarezza, en su baquet Lola, embarcaba agua como un pesquero de altura con mar gruesa. Dos desconocidas damas, en un vehículo particular que circulaba por allí, le regalaron un paraguas, apiadándose de su situación. Germán, firme, largó, recorrió, llegó y no perdió esa sonrisa como de haber conquistado el Aconcagua.

Tito Siebenthal, junto al equipo zarateño, todos viejos amigos, controlaron la competencia. Tito, que venía amenazando con hacerse Socio, concretó su amenaza entregando, por fin su solicitud. De afuera era insoportable. ¿Cómo será tenerlo adentro?

La regularidad fue sencilla y la ruta despejada y segura. A mitad del recorrido, San Pedro, entre incrédulo y asombrado, viendo semejante acumulación de humanos mojados parando y arrancando, yendo despacito, picando de repente o cambiando espasmódicamente la velocidad, decidió que ya era suficiente "probar el temple" e hizo que el sol fuera apareciendo para pintar de colores el paisaje y entibiar a los aguerridos competidores.

Entonces todo, todo, cambió. El gris del campo se hizo verde, el ocre de las dunas se hizo brillante, el acerado triste de los pinos estalló de verde y las acacias de la ruta interbalnearia reventaron de flores amarillas. Todos llegaron y contentos cambiaros anécdotas al mediodía. A la tarde, la Gymkhana se hizo en un lugar ideal: un playón inmenso rodeado de pinos, muy cerca de la rotonda de entrada a Pinamar.

En este Rally vimos varios hijos de Socios acompañando a sus padres. Jóvenes, a veces con sus novias, disfrutando del encuentro (Simeone y los terribles Armada por ejemplo) A veces participando de la regularidad. Algunos llegados desde Mar del Plata también. Hace rato venimos clamando por sangre nueva que vaya asegurando la continuidad futura. Pareciera estar llegando.

Hotel del Bosque, salón muy amplio colmado y tarima escenario. Muy buen audio e iluminación. Video de imágenes del día, proporcionadas por el eterno Rafa Vallejos y editadas "ad hoc". Mujeres hermosas, caballeros elegantes y autoridades conversaban animadamente en las mesas.

Un aditamento inusual sobrevolaba la noche: esta vez el Rally tenía tres homenajeados presentes: el NENE GARCÍA VEIGA, CARLOS MARINCOVICH y CARLOS PAIRETTI. Un verdadero lujo deportivo e histórico que posaron, firmaron autógrafos y, por sobre todo, compartieron la fiesta con la humildad que los caracteriza.

Los bailarines de siempre cerraron la noche en la pista, incansables.

Incansable. Llega primero. Se va último. Siempre fiel. Siempre bien dispuesto. Siempre con una sonrisa. Siempre ahí. Cuando nos divertimos, trabaja. Cuando dormimos, trabaja. Cuando comemos, trabaja. Y siempre está dispuesto a brindarle a La Luneta todo el material necesario sin cargo, por amistad. Es un verdadero miembro de la familia. Se ha ganado nuestra estima y agradecimiento desde hace mucho tiempo.

José M. Pedota, como molino de viento, había recibido una leve brisa impulsora de parte de la CD, empezó a girar las aspas y, embalándose, no paró más. Ayudó a organizar desde antes, ordenó la salida de los autos, inventó una muestra audiovisual para la cena, tomó por asalto el micrófono en la Gymkhana e hizo de maestro de ceremonias en la cena. Con tanda publicitaria incluida, mencionando a los sponsors y presentando los homenajes, homenajeados y premiación con fuerte, clara y valiente voz, fue el "Gran Conductor", el "Primer Trabajador" Aunque cierta mesa lo comparó más con Roberto Giordano que con Juan Domingo.

Los integrantes de la Comisión Directiva, obreros silenciosos, estaban allí detrás, construyendo y respaldando cada acción. Por eso la organización fue impecable: 100/100. El Presidente, Carlos Comba, tuvo palabras de agradecimiento para todos ellos. También para los amigos de otros clubes, autoridades y para nosotros, los Socios, espina dorsal y médula de este Club extraordinario, nuestra segunda casa, donde nos encontramos con nuestros amigos y donde, cuando es necesario, sale a relucir el espíritu y el temple que lo hacen querido, respetado y apreciado donde sea que se presente.