La primera vez que un auto de competición, real, con jerarquía internacional se exhibió en nuestra Sede Social fue en un viernes de noviembre. Lo presentó su propietario, el Dr. Sergio Lugo, Presidente para Sudamérica del Cisitalia International Club y apasionado investigador de la marca.
Hace 32 años, cuando sus magras finanzas apenas dieron para la compra, debió guardarlo en lo de un amigo para no pagar garaje.
Cuando Piero Dusio quebró en Italia y Perón lo invitó a venir a la Argentina para crear Autoar, Dusio trajo toda su scudería de carrera. Hay una foto de Perón y Dusio en Autoar, en 1950, observando esta máquina. Aquí, en Argentina, los fierros se fueron poniendo viejos y se dispersaron. Pero el interés de Lugo nunca decayó, por el contrario, la investigación y seguimiento se le hizo una forma de vida.
Este monoposto fue Campeón Italiano de Fórmula 2 en 1948, conducido por Felice Bonetto. Lo corrieron, además, Nino Farina, Piero Dusio, Piero Taruffi, Achille Varzi y Francisco Godia.
Ya en la Argentina lo corrió José Cruz (ex motociclista HRD), Alberto Crespo quien le calzó un Alfa Romeo de 6 cilindros y por último Manuel Benamo, en Bahía Blanca, lo corrió en la categoría MIDGET del SUR.
Lugo había descubierto el auto en un Coche a la Vista, donde se percató de su suspensión particular, estilo Topolino. Comenzó su deambular contactando a José Cruz, por entonces Intendente del Autódromo Cabalén, quien le confirmó que lo había vendido a Manuel Benamo. Con su Padre, compañero de correrías chatarreras por el país y Uruguay, se fueron a Bahía donde supieron que lo tenía una Peña Automovilística en Cabildo, pueblo cercano a Bahía Blanca.
Ya en la Peña, alguien informa "El auto está acá a la vuelta…"
Con el corazón en quinta a fondo, Lugo recuerda cada paso por esas veredas, atravesado por la alegría de acercarse y el temor de que no fuera.
Por fin, allí estaba, en un fondo, lleno de tierra. Mientras su padre conversaba con el ocasional guía, el dedo de Lugo se ponía al rojo mientras limpiaba el lugar donde debía estar el número de chasis que revelaría la autenticidad, o no, del descubrimiento.
Por fin, el 0031 se dejó ver. Era el número esperado. Claro que… ¿lo venderían?
"Yo pregunto a los socios de la Peña y lo llamo" fue la tibia esperanza que se llevaron de Cabildo, ese pueblo cerca de Bahía Blanca. Corría 1978. No llamó nadie. Una semana, dos… Por fin, Lugo no soportó más y marcó el número de teléfono "Ah, estábamos esperando que llamara…" Una desinteligencia había puesto en riesgo de ataque masivo al corazón de Lugo, pero, como en un cuento de Hadas, todo terminó bien. Era un 25 de Mayo de 1978 cuando con una pick up, Lugo y su padre cargaron el auto y se hicieron definitivamente de él, arribando a Buenos Aires mientras las banderas argentinas flameaban y los escolares desfilaban vecino a la calle Cabildo, en el barrio de Saavedra.
El auto está restaurado con una prolijidad notable y, lo más importante, con cantidad inusual de documentación respaldatoria acerca de cada caño, rincón y tornillo que lo componen Una sugerencia fortuita lo llevó a Lugo a visitar la Feria del Libro, en Italia, donde halló un compendio de absolutamente todas las características de ESTE auto.
Conserva su chasis original, se reconstruyó el motor con elementos Cisitalia de época, (quedando algunos testigos de su agitada vida de "Grand Prix" como por ejemplo una maltrecha biela estampada tipo 103/1 nº 018.) 1.200cc.de cilindrada, 2 carburadores Weber, magneto Scintilla, carter seco, cigüeñal, bielas y árbol de levas especiales, 80 hp con una excelente relación peso potencia, pues pesa apenas 390 kg.
Sergio Lugo agradeció la tarea de restauración de José María Pedota y Robbie Marenzi presentes en la reunión. Además, dijo, participaron Ricardo Cordaro y Alejandro Antunes. José María, a su vez, destacó lo fácil que es trabajar con un propietario tan bien dispuesto y documentación tan completa y fidedigna.
Nosotros, los Socios de CAdeAA, agradecimos el honor de haber tenido esa máquina tan "pura sangre de carrera" e, inusualmente, tan bonita, fina y armoniosa.
Cuando la sacaron al parque, el pequeño y poderoso motor lanzó su voz, rugiendo a quien quisiera oírlo, que había nacido noble, de carrera y campeón.