"Si bien he restaurado unos cuantos Citroën, este fue el proyecto más ambicioso que soñé. Me llevó 5 años de búsqueda, lo encontré en Bahía Blanca y fue amor a primera vista. Luego, sobrevendrían 17 años de idas y venidas para su restauración. Y esta no hubiera sido posible sin la ayuda de Héctor Cigana en la restauración general, Claudio Jachuf en el motor y terminaciones y Carlos Pugliesi en la tapicería y capota. Los faltantes los conseguimos de mil maneras, con autojumbles por medio para piezas generales. El auto tiene la famosa "Tracción Avant" distintiva de la marca. Es 11, pero no "Ligero" sino el "Normal" que era 30 cm más largo y un poco más ancho. Se fabricaron unos 4.000 en la Preguerra entre Ligeras y Normales. Más tarde, al volver a la producción, la fábrica consideró que, en su condición de cabriolet no ostentaba rigidez estructural suficiente y dejó de fabricarlos transformando este modelo en el más deseado por los coleccionistas de la marca en todo el mundo. Es una mezcla rara, pues por su parabrisas volcable debiera ser Roadster y Cabriolet por sus ventanillas rígidas; resultando una mezcla de ambas denominándosela actualmente Cabrioster".
Así habló Enrique Bazterrica, su orgulloso propietario, quien luego invitó a C. Jachuf a contar alguna anécdota y también a los integrantes del Club Citroën. El auto fue aprobado unánimemente y muy admirado tanto por su bella y original carrocería como por su fina restauración.