XI Gran Premio Argentino Histórico
XI Gran Premio Argentino Histórico
Homenaje a Froilán González
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Hace frio, es junio de 2012, mi amigo Farrell quiere ir al gran premio de ese año y le falta copiloto, después de un par de cafés me invita a participar. De que se trata esto, ¿un GP ?… Sin dudarlo dije si, sin saber que me estaba metiendo en un mundo distinto al que conocía hasta ahora, en mi mundo había solo Ford, todo pasaba por el T, el A y el V8.
¿Correr en un Peugeot? nunca lo había pensado siquiera, pero el desafío estaba ahí para tomarlo o dejarlo pasar. Estas cosas no se buscan, solo ocurren y es ahí cuando toman forma.
Fuimos a una charla en Escudería Norte… ¡hablaban en chino! Pero de apoco todo se fue ordenando, vimos hojas de ruta anteriores y una salida para hacer la planilla de vueltas y velocidades, esto está bueno.
El resultado de esta invitación fue un honroso puesto 15 en la categoría Velocímetro y, lo más importante, fue la decisión que traje para conseguir un 404.
La búsqueda fue corta, el "yeyo" me estaba esperando en Tigre, fue amor inmediato. Pintura y tapizados recién hechos, no lo podía creer, ¡está demasiado bueno para ponerlo a correr! El dueño anterior tenía un "cuaderno de bitácora", como lo llamo él, todo detallado, con día, costo y trabajo realizado.
Lo que sigue es mucha dedicación con la mecánica, Luisito Pocho Ferrero me recomendó a Nicolás de La Tablada, un mecánico con experiencia en competencias: corona de bronce del diferencial, nueva, (¡cuidado! lleva un aceite especial). La rotura de un pistón desencadenó todo un trabajo de motor a nuevo, y ya que estamos, tapa de 504, y carburador de dos bocas, y ya que estamos, encendido electrónico, y la leva, bueno la del TN anda muy bien, y dale nomás.
Un buen cuentavueltas y ahora ya está listo el auto y se viene el Gran Premio 2013, el tema del navegante no es problema, si no la elijo a mi mujer le voy a romper el corazón, a ella le gustan los fierros tanto o más que a mí, tengo esa suerte, además como buena alemana es muy ordenada y meticulosa.
Si bien hicimos todos los deberes, invirtiendo muchas horas en calibrar el auto, largamos sin grandes esperanzas de llevarnos una copa a casa, el primer y segundo día la suerte de principiantes se hizo presente, estábamos muy bien posicionados pero el tercer día el carburador dijo basta en la montaña salteña y retrocedimos 20 puestos. Como ya había tenido algunos problemas en Buenos Aires, llevé otro carburador en el baúl y lo cambié en el garaje del hotel con la ayuda de mi amigo Oscar Beber de CAFA.
Al otro día otra vez en carrera, cuarta y quinta etapa bien, al llegar a San Juan nos esperan técnicos del ACA, nos apartan del resto y revisan todo el auto, cinco personas buscando algo oculto, no encuentran nada raro, parece que hay dispositivos prohibidos que se pueden colocar en el auto, esto nos hace pensar que estamos bien en carrera.
Cuando comenzó la sexta y ya en el ultimo día, estábamos séptimos en nuestra categoría, pero llegamos 3 minutos tarde en la primera largada, después del mediodía en la montaña por cargar nafta a último momento. Acá la hice llorar a Virginia, recuperar los tres minutos y ponerse en tiempo en la montaña es una locura, el auto rozaba los abismos, se deslizaba a gran velocidad por las pendientes y el motor explotaba en las subidas, después de pasar 6 autos y cuando logramos colocarnos en nuestro tiempo y lugar, la paliza que le di se me vino en contra, estábamos en medio del temido apunamiento: el auto no empuja, atrás me viene pidiendo paso un Fiat 1500, mi pie derecho se hunde hasta las chapas pero no pasa nada, perdemos las esperanzas de llevar la copa, solo la ganan los primeros 10 puestos de nuestra categoría. Bueno, mala suerte, pensamos.
Está por terminar la carrera y solo quedan dos pruebas controladas. En la anteúltima, en medio de un paisaje lleno de rocas y arbustos hay un accidente, uno de los empleados del ACA choco a una cabra con su moto, la escena es tremenda, está inmóvil tirado en el asfalto, ya no puedo continuar la carrera, la concentración se fue a otro lado, y en la última tampoco estoy ahí, la copa está cada vez más lejos.
Al terminar todo nos enteramos que el muchacho está con quebraduras pero fuera de peligro.
No importa, decimos, con la sensación de que estuvimos cerca, dimos la vuelta y eso es lo que cuenta. Llega la entrega de premios, no somos los decimos, tampoco los séptimos… cuando nombran al quinto veo una sonrisa triste en la cara de ella, cuarto puesto… Tampoco, pero cuando nombran al tercero y escucho mi nombre, todo se paralizó, nos confundimos en un abrazo interminable.
La conclusión que saco de esta experiencia es que, muchas veces, cuando uno se equivoca y hace las cosas mal, siempre hay otros que las hacen peor.
CAdeAA participó con: Luis Ferrero, Ford 1941, sexto en la General TCA; Carlos Lareu con Peugeot 404, tercero en la General de Velocímetro y Eduardo Herce/Juan Motyluk con Chevrolet 1947, quintos en la general de TCA. El recorrido abarcó Entre Ríos, Santa Fe, Tucumán, Salta, Catamarca, San Juan y San Luis.
Por: Carlos Lareu