Cierto día, navegando en Internet, encontré que se vendía un libro más que interesante: la autobiografía de Philip Conrad Vincent, creador de una de las motocicletas británicas mas deseadas por los coleccionistas y la más avanzada, tecnológicamente, para su época.
Pero la vida de Phillip Vincent no transcurre en su totalidad en el Reino Unido, sino que empieza aquí, en Argentina.
Es por ello es que vienen a mi memoria tantos otros extranjeros que hicieron de Argentina su casa por adopción: Kurt Tank, ingeniero aeronáutico alemán, con su Pulqui, avión de innovador diseño; Antoine de Saint Exupery, eximio escritor y piloto francés, que construyó en Entre Ríos su castillo; David Alfaro Sequeiros, pintor mejicano que vivió en Argentina y realizó un mural sin precedentes en un sótano, y que para mal o bien, fue rescatado de la oscuridad por un coleccionista de automóviles clásicos; Alois Vogel, inmigrante suizo que se instaló en Monte Maíz y llegó a fabricar pistolas y fusiles de altísima calidad… y tantos otros personajes.
Pero volvamos a la historia de la motocicleta en cuestión: la HRD y las posteriores THE VINCENT HRD.
La vida de Phillip Vincent es un tanto novelesca. Hijo de un estanciero inglés que poseía tierras a 480 km al oeste de Buenos Aires (su autobiografía no menciona localidad) y conocedor de la leyes de nacionalidad, cada vez que su mujer estaba por dar a luz la embarcaba rumbo a Inglaterra, para que su descendencia fuera, también, inglesa. Por esa voluntad paterna, es que Vincent nació en Fulham, Inglaterra, el 14 de Marzo de 1908, volviendo a Argentina a los pocos meses de vida. Fue instruido desde muy temprana edad, en inglés, matemáticas, castellano e historia por su madre, asistiendo por primera vez a una escuela a los 9 años, siendo ese colegio el St. George de Quilmes.
A los 11 años es enviado a Inglaterra por su padre para continuar su educación, pero a poco de llegar cae enfermo y es internado en una sala del hospital del colegio Harrow. Cama contigua se hallaba un joven de su misma edad con el cual congenió rápidamente. El joven en cuestión era un amante de las motocicletas y muy, pero muy, charlatán. El mismo Vincent, en su biografía, explica que luego de dos semanas junto a él, o bien se convertía en un amante de las motocicletas o bien terminaba suicidándose con tal de no escucharlo más.
Luego de esto comenzó a picarle realmente el bichito de las motocicletas y a la edad de 15 años convenció a sus padres para que le permitan tener una propia. Así, en 1923, P. C. Vincent se transformó en el feliz poseedor de una BSA 350 cc. Luego compraría una ABC de 398 cc a un compañero de estudios y, aunque usted no lo crea, el creador de la Vincent ¡solo tuvo esas dos motocicletas en su vida!
En 1924 se expuso por primera vez la HRD, invención de Howard R. Davies (HRD): Motocicleta hermosa a los ojos de Vincent, sobre la que se inspiró para realizar sus primeros bosquejos, aunque sólo a titulo de ejercicios vocacionales. Pero ya no habría vuelta atrás y a la corta edad de 18 años adquirió la certeza que su lugar en el mundo sería como el de constructor de una motocicleta que perdurase en el tiempo, truncando así su educación en Cambridge.
En 1928 llegó a sus oídos que la firma que tanto admiraba se encontraba a la venta y, con el financiamiento de su padre, compró en 450 Libras, a Ernie Humphries, las acciones de la compañía, la marca HRD y su remanente de repuestos. Humphries era uno de los dueños de la firma de motocicletas OK-Supreme, máquinas de altísima calidad ganadoras del TT de la Isla de Man y se la había comprado anteriormente a su original fundador Howard Davies cuando cayó en bancarrota.
Es entonces cuando Phil Vincent comienza a producir las primeras THE VINCENT HRD.
-Continuará-