Jorge Anadón
Jorge Anadón
Un verdadero Pur Sang que recordará la historia.
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Algunas veces, pocas, un hombre se destaca porque está hecho de una mezcla de genio, valor, inconsciencia, tesón, inmunidad contra la envidia, inteligencia y convicción. Algunos ejemplos en el mundo de la ingeniería, con diferente suerte y destino: Tucker, Ford, Durant, Bugatti, Ferrari, Chrysler, Eiffel.
Aún más difícil de encontrar, entre estos ejemplares, es la humildad. Son "raras avis" hoy, en un mundo que permanentemente tira y nivela hacia abajo.
Un viernes del Club, uno de estos seres llegó, invitado por Cordeiro. Traspasó la puerta y saludó en voz baja. Cuando un aplauso de los que estábamos nació espontáneo, se sorprendió. Se sentó en la mesa de la Comisión Directiva, sin estridencias y desapareció por un largo rato. Era Jorge Anadón. No hay un solo aficionado que no conozca su tarea y trayectoria, que no se sorprenda cada tanto al enterarse de un nuevo proyecto suyo. Por eso, nos concentraremos, esta vez, en su personalidad. Autos, mejor o peor, hacen muchos de los maravillosos artesanos que tiene nuestra Patria. Pero, como dijimos, este es un Señor diferente.
Llamado al micrófono, dijo: "Entrar a CAdeAA y ser reconocido es un gran placer. Yo soy uno de Ustedes. En el 65 mi padre me regaló mi primer auto de colección. Fue creciendo, entonces, mi delirio por subir a una Bugatti alguna vez. El cuero no me daba ni me daría para comprar una, por lo que decidimos fabricar repuestos para esa marca. Secretamente, la intención era hacer el auto completo, pero era utópico hasta pensarlo. Más… fuimos creciendo. Cuando logramos fabricar el primer repuesto, lo festejamos. Cuando el primer chasis estuvo listo no pudimos esperar, la excitación era tan grande que le pusimos un motor Fiat 1500 para poderlo andar. Claro que nos fuimos a Paraguay, donde no son tan puristas, para evitar el escarnio. Corrimos, nos divertimos y gustamos. Avanzamos y al llegar al motor, el probadamente más eficiente en la historia de las carreras, nos dimos cuenta de lo complejo de su fabricación pero, a la vez, comprendimos y acariciamos el genio de don Ettore.
Nuestra meta era fabricar 30 autos. Hoy ya llevamos vendidos 184 solamente de la Tipo 35. Fíjense que el Primer Gran Premio Histórico de Mónaco, hace 10 años, lo ganamos con una 35 nuestra. Otra vez, llegamos con mi Señora a Monterrey donde los otros equipos tenían trailers, casas rodantes, ingenieros y mecánicos de apoyo con uniformes y todo eso. Nosotros teníamos una valijita de herramientas solamente. Pero Phil Hill probó nuestro auto en el circuito y al bajar dijo –Es una verdadera Bugatti. Es tan buena que tiene todos sus defectos.– Fue ese un gran elogio. Sus sensaciones las volcó en la revista Road & Track, que le otorgó cuatro páginas.
En estos días, por primera vez, en un pueblito de Francia, se corrió la "Categoría Pur Sang" entre 12 ó 15 de nuestros autos… Fue un orgullo pues ya tenemos categoría propia. Hoy en las grandes reuniones europeas intervienen más Pur Sang que Bugattis, ya que las nuestras son nuevas y, por ende, con menos riesgos de roturas.
En realidad, debo decirlo, no inventamos nada. Quisimos copiar bien y, con constancia, lo logramos. Tengo algo de sangre Piamontesa y mis antepasados se revolcarían en la tumba si dejara de meterle para adelante. Ahora, me entusiasman los desafíos, los proyectos especiales. Estamos fabricando Alfa Romeos, la moto Indian TT Racer, hicimos el avión AVRO 504, el Mercedes Benz SSK, un auto único con motor de avión V12 de 12 litros y cosas así; pero nos dimos cuenta que la gran demanda hace que no tengamos nada en stock, así que decidimos comenzar nuestra propia colección, para poder disfrutar los autos como Uds. lo hacen. Ese es mi objetivo a corto plazo. Me emociona verlos tan entusiastas, disfrutando sus máquinas, viajando tan lejos, en familia. Veo a sus esposas compartiendo sus cenas, eso no se ve en casi ningún lado. Conozco a su Club y a algunos de sus Socios desde hace tiempo. Yo estaba allí cuando Vertone volcó su Ford A, por ejemplo. En fin, son un poco el ejemplo que quiero seguir.
Sí, soy uno de ustedes, tanto siento que es así que le regalaré a CAdeAA una de las Bugattinas con motor eléctrico que hacemos, aquella que don Ettore diseñara para su hijo.
Hoy día, en Pur Sang, trabajan 120 personas en el sector automóviles, además de la gente que está con el tema aviones. Reclutamos cada año, en las Escuelas Técnicas de Paraná unos 15 ó 20 pibes para pasantías. El 40 ó 50 % se queda trabajando. La edad promedio de nuestro personal es de 27 años. ¿Saben que sucede? Cuando los chicos se reciben, escuchan solo pronósticos agoreros sobre el futuro de nuestro país, frustrándose para siempre. Hay que darles trabajo, esperanza de un futuro mejor, proyección. Eso tratamos de hacer. Es verdad que las cosas están difíciles pero también es verdad que hay oportunidades. En Pur Sang, los pibes empiezan desde abajo, aprendiendo, sintiéndose parte de un programa, de un proyecto, surgiéndoles así la vocación. ¡Hay que contenerlos y motivarlos! Yo tengo 61 años pero me siento tan motivado como a los 30. De otra manera seguir con esto sería imposible…"
Cordeiro y Armada desgranaron un par de anécdotas que remarcaron aún más su artesanía y humildad. Cameán contó que, en una visita al establecimiento, al preguntarle a uno de esos aprendices, qué estaba haciendo, el muchacho le respondió: –Estoy haciendo historia. ¿Se da cuenta Señor? ¡Estoy haciendo historia!–
Los comentarios son innecesarios a esta altura. Anadón se despidió agradeciéndonos por seguir impulsando la actividad, por enviarle La Luneta y por invitarlo. El brillo emocionado de sus ojos hizo que, verdaderamente, lo sintiéramos un par, un Socio más de CAdeAA.
Un par, porque tiene sueños como nosotros. Pero, además, él los materializa, reivindicándonos de ese faltante de virtud. Un par, que soñó un sueño imposible, lo hizo realidad y lo sigue agrandando cada día.
Hace autos increíbles; motocicletas; hizo un avión y le quieren encargar 100 más… ¿Cuando hará un submarino? Es sólo cuestión de tiempo.
Por: Orlando Bongiardino
Fotos: Rafa Vallejos