Ushuaia

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Una baquet, cuadro y notables coincidencias

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Habíamos sido invitados a pasar una semana en el Fin del Mundo. El trabajo lo permitía y las millas acumuladas en nuestro programa de Viajero Frecuente hicieron tentadora la fuga de Buenos Aires aceptando, Cristina y yo, el oportuno convite.

Nuestro país es extenso, por lo que el avión tuvo que hacer una escala en Rio Gallegos. Una incomodidad que se disipó más tarde al ver a nuestros amigos esperándonos en el Aeropuerto de Ushuaia.

El programa incluía, entre otras cosas, una visita al Museo Marítimo y del Presidio en la vieja cárcel que se inauguró en 1902 iniciando, por razones geopolíticas, la instalación de una ciudad en esta bahía remota de nuestro territorio sur. El importante edificio fue construido por los presos mismos quienes se trasladaban a los campos de trabajo, sobre vías de madera, en el pequeño tren a vapor más austral del mundo. Hoy es el Ferrocarril Austral Fueguino de gran atracción turística.

Tal magnífico edificio, recuperado hoy por una Fundación, una de las tantas ONG que trabajan para la comunidad silenciosamente y sin ningún apoyo oficial, alberga un recomendable Museo que permite conocer un trozo doliente y tenebroso de nuestra historia al tiempo que usa los viejos pasillos y celdas para albergar, entre otras cosas, una magnífica Galería de Arte.

Fue caminando por esa muy bien presentada exposición que un cuadro nos llamó instantáneamente la atención. En él una baquet yacía en un terreno empastado mientras un árbol se erguía entre los largueros de su chasis.

-Hummmm, demasiado familiar -pensé- Tendré que averiguar el origen de esta pintura. Si fuera "La Ladilla" de Juan Carlos Viña habré confirmado una extraña coincidencia. Si no lo fuera, tal vez averigüe donde está este fósil y pueda recuperarlo, repitiendo la historia de Viña…

Conseguí el teléfono de la Sra. Annette Valotaire, autora de la obra, quien me informó que no había visto nunca el auto. Su inspiración provenía de una revista; de una foto que le había señalado su hijo Erik, quien trabajaba como mecánico en Buenos Aires.

Obtenido el teléfono de Erik, me dijo que hacía trabajos para Diego de Luca, Socio de nuestro Club, quien le había regalado un ejemplar de La Luneta. A poco de hablar, entonces, había confirmado que, en efecto, se trataba de La Ladilla y la foto era la publicada en La Luneta 44. Erik se la había mostrado a su madre.

¿Coincidencia? ¿Un cuadro en Ushuaia, el fin del mundo, colgado entre otros cien cuadros de una muestra y nosotros caminando por allí, viéndolo con atención y descubriendo que es el mismo auto publicado en La Luneta y guardado en una casa de Canning?

¿Coincidencia? ¿Mi teléfono es 5577 xxxx y el teléfono de Erik es xxxx 5577?

¿Coincidencia? ¿Diego de Luca, con el que casi nunca hablo, sin saber nada de la historia, me llama al día siguiente?

Sonreí satisfecho al darme cuenta de la trascendencia de LA LUNETA. Enseguida recordé, además, aquellas viejísimas series de la TV en blanco y negro UN PASO AL MÁS ALLÁ y LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA. Ambas versaban sobre raras coincidencias, hechos inexplicables y situaciones que no respondían a ningún análisis lógico; donde objetos inanimados cobraban vida mientras otros, animados, se detenían para siempre en un momento especial de su existencia.

Una serie de enlaces de sospechosa coincidencia: Una baquet descubierta y puesta en valor por Viña, que origina un artículo en La Luneta; artículo que llama la atención de un mecánico (cuyo número de teléfono es igual al mío y que conoce a Diego de Luca); artículo y foto que le muestra a su madre pintora; foto que inspira a la artista y la motiva para pintar un cuadro; cuadro que es colgado en una Galería de Arte de Ushuaia y descubierto por Director de la revista que publicó la nota sobre la baquet descubierta y puesta en valor por Viña…

Diego de Luca, al otro día, sin motivo relacionado y con quien no hablo casi nunca, me llamó por teléfono, cerrando así un notable periplo que involucra a muchas personas y circunstancias.

Las brujas no existen, pero que las hay…

Por: Orlando Bongiardino