La Buenos Aires – Caracas

La Buenos Aires – Caracas

A 60 años de una carrera de locos que se convirtió en Historia

La Buenos Aires – Caracas

Historia de la carrera

Oscar Gálvez, el Ganador Moral de la categoría,<br/> llevado en andas por la multitud
Oscar Gálvez, el "Ganador Moral" de la categoría,
llevado en andas por la multitud
Arriba: Llega a la meta el Chevrolet de  Domingo Marimón.<br/> Abajo: Festejo de  Toscanito (D. Marimón) por el triunfo
Arriba: Llega a la meta el Chevrolet de Domingo Marimón.
Abajo: Festejo de "Toscanito" (D. Marimón) por el triunfo
Juancito Gálvez inspecciona su máquina  antes de iniciar<br/> la etapa de Cúcuta a Bogotá.
Juancito Gálvez inspecciona su máquina antes de iniciar
la etapa de Cúcuta a Bogotá.

El entusiasmo que reinaba en los ‘40 por el TC hizo que los organizadores pensaran que una carrera de estas características extrema fuera posible. Y lo fue. Fueron 14 etapas de esfuerzo sobrehumano y "sobremecánico".

Las carreteras, o lo que a veces parecían carreteras, cobraron su precio. Hubo de todo y para todos. Una muerte, la de Urruti, acompañante del Chueco en la Chevrolet Nro. 1; una acción humanitaria y altruista de Eusebio Marcilla, deteniéndose a ayudarlos a pesar de poner en peligro su performance, reportándole para siempre el seudónimo de "Caballero del Camino" y una revolución que obligó a largar de apuro una etapa, a medianoche.

El final constituye una historia aparte digna de recordarse:

Oscar Gálvez venía delante de su hermano Juan, con gran ventaja. Juan, no quiso resignarse y se mandó un repechaje a fondo, pasándolo, pero volcando más adelante. Oscar paró a socorrerlo, Juan estaba bien. Para recuperar, castigó a su V8 más allá de lo prudente, estropeando el cigüeñal. Marimón y Marcilla ya habían llegado a Caracas. Los minutos pasaban y Marimón, con el segundo tiempo, comenzó a ilusionarse. Si Oscar se demoraba más, la carrera era suya. Y Oscar apareció, llegó, bajó del auto y la multitud se lo llevó en andas. Pero su auto había dicho basta poco antes de la meta, deslizándose el último tramo con el motor parado, cayendo por su peso a favor de la última bajada.

Oscar se sintió ganador. Populachero y dado como era, se dejó atrapar por la multitud, que deliraba con su llegada, su carisma y su eterna sonrisa, volviéndose inhallable.

El Comisario Deportivo informó que la llegada no era válida y, el acompañante de Gálvez, solo, sin encontrar al piloto, logró encender el motor y rehacer el último tramo. Pero no sirvió. El reglamento decía que "el auto tenía que llegar a la meta en marcha y conducido por su propio piloto" Además, el auto había sido empujado por kilómetros por un misterioso Buick.

Así fue como Oscar Gálvez fue descalificado y Marimón fue el ganador de la prueba. Oscar se enteró más tarde de la infausta noticia. De todos modos, Oscar fue, y seguirá siendo, el campeón moral de aquella B. Aires-Caracas, pues había hecho el mejor tiempo y sus méritos así lo proclamaban.

La cantidad y marca de los autos que intervinieron fueron: 60 Chevrolet, 2 Buick,1 DeSoto, 1 Dodge, 65 Ford, 2 Lincoln, 3 Mercury, 2 Nash y 3 Plymouth.
Las tripulaciones representaban a Bolivia, Chile, Perú, Uruguay, Venezuela y Argentina.
Se inscribieron 141 autos, desertaron 3 y largaron 138 autos para escribir, sin saberlo, una historia que se reeditaría sesenta años después.

Esta loca carrera, imaginada por gente del ACA para celebrar la ruta Panamericana, atrevida, peligrosa, a veces inexistente y exigente en grado sumo, quedaría como el hito más importante en la historia del TC, que es decir la historia del automovilismo deportivo argentino.

Crédito fotos:
http://www.f1-web.com.ar/buenosairescaracas.htm
http://www.jmfangio.org/c194838caracas.htm

Izquierda: Los hermanos Oscar y Juan Gálvez en Cali son objeto de grandes demostraciones de simpatía. Centro: Eusebio Marcilla quien auxilió a Fangio y Urrutia cuando su auto volcó en Huanchaco, Perú. Este gesto, que lo retrasó y llegó en 2º lugar a 18 min de Marimón, le valió el apodo de Caballero del Camino. Derecha: Fangio y Urrutia; este último falleció en el accidente
Izquierda: Los hermanos Oscar y Juan Gálvez en Cali son objeto de grandes demostraciones de simpatía. Centro: Eusebio Marcilla quien auxilió a Fangio y Urrutia cuando su auto volcó en Huanchaco, Perú. Este gesto, que lo retrasó y llegó en 2º lugar a 18 min de Marimón, le valió el apodo de "Caballero del Camino". Derecha: Fangio y Urrutia; este último falleció en el accidente

CAdeAA presente

Vertone-Ferrero con Ford TC 1946
Vertone-Ferrero con Ford TC 1946

Esta versión 2009, corrida con entusiasmo ejemplar por 3 tripulaciones de CAdeAA, demostró que si el corazón es joven, el físico ayuda un poco y el espíritu está intacto, cualquier desafío puede encararse.

Luego de 10.800 kilómetros arribaron a Caracas, nuestras tres tripulaciones, logrando las siguientes clasificaciones:

CATEGORIA A:
2º Vertone-Ferrero con Ford TC 1946

CATEGORIA B:
2º Rubinetti-Rubinetti con Ford TC 1938

CATEGORIA C:
3º Herce-Motyluk con Peugeot 404 1974

No dejen de leer los relatos enviados por Coco Vertone y por Pedro Rubinetti, describiendo sus experiencias y vivencias. Viajemos con ellos disfrutándolos.

Izquierda: Rubinetti-Rubinetti con Ford TC 1938. Derecha: Herce-Motyluk con Peugeot 404 1974
Izquierda: Rubinetti-Rubinetti con Ford TC 1938. Derecha: Herce-Motyluk con Peugeot 404 1974
Izquierda: Parque cerrado en el Automóvil Club Argentino, Av. del Libertador y Tagle, donde los concurrentes pudieron observar los autos que participaron en la carrera. Centro: Conferencia de prensa antes de la largada, Sergio Buso (Director de la Prueba, Fiscalización y Cómputos), Carlos Solveyra (Director General), José Froilán Gonzalez y Jorge Bonomo (Comisario General de la Prueba). Derecha: A las 22:00 hs se realizó la largada simbólica del Chevrolet número 36 conducido por Froilán González que partió junto a su esposa de acompañante. Copyright © 16Valvulas
Izquierda: Parque cerrado en el Automóvil Club Argentino, Av. del Libertador y Tagle, donde los concurrentes pudieron observar los autos que participaron en la carrera. Centro: Conferencia de prensa antes de la largada, Sergio Buso (Director de la Prueba, Fiscalización y Cómputos), Carlos Solveyra (Director General), José Froilán Gonzalez y Jorge Bonomo (Comisario General de la Prueba). Derecha: A las 22:00 hs se realizó la largada simbólica del Chevrolet número 36 conducido por Froilán González que partió junto a su esposa de acompañante. Copyright © 16Valvulas

Así la viví... I
Por Coco Vertone.

Andrés Coco Vertone
Andrés "Coco" Vertone
Luis Pocho Ferrero
Luis "Pocho" Ferrero
Cosquín, escenario Atahualpa Yupanqui
Cosquín, escenario Atahualpa Yupanqui
La Buenos Aires – Caracas
Lima. Dúo Vertone-Ferrero
Lima. Dúo Vertone-Ferrero
Lima. Dúo Motiluk-Herce
Lima. Dúo Motiluk-Herce
Lima. Los equipos exhibiendo las plaquetas recibidas
Lima. Los equipos exhibiendo las plaquetas recibidas
Secuencia del accidente de Coco y Pocho. <br/> Camaradería y Solidaridad
Secuencia del accidente de "Coco" y "Pocho".
Camaradería y Solidaridad
La Buenos Aires – Caracas
La Buenos Aires – Caracas

Todo comenzó el 15 de Julio próximo pasado cuando me enteré que se re editaba La Buenos Aires Caracas. Yo tenía 16 años cuando se corrió por primera vez y no me despegaba de la radio para escuchar los relatos sobre Fangio y Gálvez; los acompañaba con la imaginación y mi sueño era correr junto a ellos. Ahora se presentaba la oportunidad de participar pero me faltaba lo principal, el auto.

Fui a ver a Angelito Cuco y le comenté mi intención.
-"Elegí el que quieras." dijo Cuco inmediatamente, señalando todos los autos que había en el garage. "Está el Chevrolet de Calamante, el Ford V8 de Tirabasso, la Ford F100 que le presté a Regazzoni" agregó.
-"Me gustaría un 49' AB como el de Oscar Gálvez" respondí
-"Bueno. Tengo el de Pedro Giorgi que corrió hasta 1952. El auto tiene su historia y anda muy bien" ofreció nuevamente Cuco. Era un auto que rescataron de un gallinero.

Cuando lo observé con atención me di cuenta del estado en el que estaba: no tenía tanque de nafta, las butacas eran de colectivo, la jaula hecha de caños de luz y completamente oxidada. Pero lo decidí en ese momento y el 1º de Agosto, junto con Coco Gómez, lo llevamos hasta casa con el ACA.

La primera alegría nos la dio al día siguiente cuando, con un bidón de nafta y manguera y una batería, lo pusimos en marcha. El ruido del V8 sin escape era ensordecedor pero logré dar una vuelta a la manzana.

Muchos amigos se nos unieron y comenzamos inmediatamente la preparación, el tiempo nos corría. Sacamos el motor y encontramos 10 cm de barro en el carter. Cacho Ceriani, mecánico y mi co-piloto durante los 30.000 km de la América del Sur del 78', luego de sacar un casquillo de biela y las tapas de cilindro dijo: "Este motor está nuevo. Si no lo pasás de 3.000 vueltas llega a Caracas". Cuco nos había dicho que la caja y el diferencial eran de un Lincoln y estaban bien, así que no los tocamos. El resto: radiador, instalación eléctrica, bomba de agua, tapizado, jaula anti-vuelco, electro ventilador, lo hicimos todo a nuevo. Eso sí, le pusimos las butacas de la F100 que usó Regazzoni.

No llegamos a instalar un doble circuito de frenos ni el freno de mano. Largamos así ¡una verdadera locura! El viernes previo llevé el auto a CAdeAA y un Socio, mecánico él, salió a dar una vuelta y al regresar declaró: "Con esto no llegan a Rosario".

Angelito Cuco me pidió que no pintara la cupecita ya que era el auto más original que tenía. Pero, finalmente aflojó y terminó luciendo los colores y el Nro. 3 de Oscar Gálvez.

Luego de dos meses y medio de intenso trabajo y sin fines de semana libres, llegó el día de la largada. El primer auto partió a las 0:00hs del 20 de Octubre frente a la Sede Central del ACA.

De ahí en más fue una sorpresa tras otra y una de las más gratas quizás fue ver a cualquier hora a la gente de las localidades por las que pasábamos esperándonos al costado de la ruta para saludarnos.

Durante la 3º etapa creímos que nos volvíamos; a la altura de Los Penitentes de Mendoza tuvimos un problema eléctrico. Cuando lo solucionamos ya habíamos perdido cinco horas. Nos agarró nieve, viento y neblina. Llegamos a Viña del Mar de madrugada, cuando el resto de las tripulaciones estaba durmiendo convencido que habíamos abandonado.

En la 4º etapa largamos cola. El auto era un tractor. Se fue hermanando y con cada kilómetro andaba mejor. Fuimos ganando etapas y en Lima estábamos 2º en nuestra categoría, compitiendo con un F100. Vinieron las trepadas con rectas muy cortas y en retome. Se nos hacía muy problemático pasar los camiones. Horas en 1º y de vez en cuando en 2º. El F100 nos pasaba como estaca pero, en las bajadas, la cosa se emparejaba y no respetábamos el tope de 3000 vueltas sugerido por Cacho para no desenganchar la caja y no deteriorar los frenos. En esos momentos comentábamos con Luis Ferrero, que si rompíamos un flexible o se reventaba una goma a 4.300m de altura no parábamos hasta ver a San Pedro.

Después de Lima estábamos 1º. Debido a que encabezábamos la columna, fuimos detenidos varias veces por la policía y nos topábamos con los camiones de frente, ninguno advertido sobre la esa "caravana de locos".

Si tengo que destacar algo por sobre el resto de las cosas fue la solidaridad imperante en todo momento entre las tripulaciones.

Entre todos los problemas que tuvimos se nos quemó la llave de contacto. En un descanso Fabio Rubinetti enchufó un soldador, vaya uno a saber dónde, y lo resolvió.

Pero, el más complicado de todos fue el choque en la etapa Butalamanca-Cúcuta. Con anticipación le había comentado al resto que la etapa era brava. El promedio de velocidad fue el más bajo de la carrera: 35 kph. Esta misma etapa la hice 31 años atrás pero en sentido inverso; el camino no cambió, sigue igual: curvas en retome, lluvia, pozos, neblina y altura. El error de la organización fue largar desde el hotel y hacer coincidir el primer tramo de la etapa con la ruta de camiones que entra a Butalamanca. Estos semi remolques de 6 ejes y 18,5 m de largo venían bajando unos tras otros y nosotros estábamos encabezando la caravana. Habíamos recorrido apenas 12 km a 18 kph, cuando le dije a Luis "Dejá pasar al Nro. 6", pero apareció un semi en un retome y de contramano. Le pegamos a los 3 ejes traseros y nos arrojó 20 m hacia atrás. El camión terminó con una rueda rota y nosotros con la trasera izquierda reventada, el eje y las patas del motor doblados, las dos bombas de agua, la dirección y el estabilizador dañados. Y éste fue el momento más emocionante de la carrera. Todos los autos pararon y se acercaron a Luisito y a mí ofreciendo su colaboración -Rubinetti y Pontoriero con dinero por si nos hacía falta-. Entre todos hicimos un pacto de silencio hasta que nosotros dos pudiésemos hablar personalmente con nuestras familias.

La policía nos acarreó de regreso a Butalamanca. Los organizadores nos aconsejaron que lleváramos el auto a Cúcuta y cruzáramos la frontera Colombia-Venezuela para evitar los problemas que hay entre ambos países. Además, debíamos llegar a Caracas para embarcar. Si alguno de los autos faltaba el resto se quedaba en tierra.

Llegamos al taller mecánico San Cristóbal a primera hora de la tarde y nos esperaba un equipo de mecánicos. Nosotros seguíamos primero, la etapa del choque y la siguiente se suspendieron, pero estábamos 400 km atrás y con el auto roto.

Además del nuestro, en Cúcuta se estaban reparando el Nro. 2, chocado por una moto de la policía, el Nro. 4 con el engranaje de distribución roto y Bonomo que acompañaba a los rezagados. Éramos dos Ford y dos Chevrolet.

Las reparaciones duraron 12 horas. Nos dieron de comer y tomar y nos llevaron a un hotel alojamiento para bañarnos y descansar. Y ¡no nos cobraron! La casualidad hizo que el tío del dueño de la agencia Chevrolet que reparó los autos fuera Carvajal, compañero mío del América del Sur y con quien había estado en Quito. Puso todo a nuestra disposición. Incluso, los amigos que hicimos en Ecuador y Colombia nos llamaron por teléfono y se ofrecieron a enviarnos los repuestos que necesitásemos por avión.

A las 5:30 de la mañana partimos los cuatro autos, 300 km y 4 horas atrasados, pero recuperamos bastante cuando un accidente en un túnel retrasó a los primeros 2 h y media. Algunos apostaban a que el Nro. 3 venía andando, otros que venía en mosquito. Pero la cupecita respondió: los 800km que nos restaban los hicimos sin embrague, sin luces y sin sirena (bocina). Nos escoltaban autos de la policía y como iban muy despacio, Luis le pegó un topetazo a uno, 17 km antes de llegar a Caracas. "Paremos Coco", dijo Luis. "Sigamos" afirmé. El Nro 2 luego comentó que vio volar por el aire un tornillo con arandelas. Era una de las patas del motor que habíamos soldado. Al otro día, llegamos heridos, pero andando, al puerto de embarque La Guardia.

Tristezas y Alegrías.

En Lima esperaba encontrarme con Coco Corbetto, que corrió conmigo el América del Sur conduciendo un Datsun. Vino a verme su acompañante y me comentó que, un mes antes, Coco había sido muerto al salir del banco.

Varios socios del Club Mercedes Benz nos esperaban en el hotel de Caracas. A algunos los había conocido en mi viaje a Alemania invitado por la fábrica M. Benz.

Hay tres premios pendientes: la tripulación más divertida la ganamos Luisito y yo ya que éramos los mimados del grupo (no olviden que yo era el más viejo y el auto el más original) pero que los cánticos, versos y travesuras los cuenten los demás. El más servicial lo ganó Raimonda de Villa María, hijo de Darío quien también corrió el América del Sur en el 78'. El premio al más odioso no sé quien lo ganó.

El grupo fue fabuloso, nos divertimos mucho y si se vuelve a hacer y no cumplo más años, la corro nuevamente.

Coco Vertone
Fotos Gentileza El Ovalo Azul.

Así la viví... II
Por Pedro Rubinetti

Cosquín, escenario Atahualpa Yupanqui
Cosquín, escenario Atahualpa Yupanqui
Frontera chilena
Frontera chilena
Desierto de Atacama, Chile. Mano del desierto
Desierto de Atacama, Chile. Mano del desierto
El desierto
El desierto
Recepción multitudinaria en Lima, Perú
Recepción multitudinaria en Lima, Perú
Nazca, Perú
Nazca, Perú
Colombia
Colombia
Caracas, LLEGADA
Caracas, LLEGADA

Fue reconfortante ver la cantidad de amigos y familiares que fueron a saludarnos en la largada del ACA, por lo que les estamos muy agradecidos. Le comenté a mi hijo Fabio, con mucha alegría, que esto nos daba aliento y obligación para llegar con más confianza hasta Caracas.

Esta competencia la tomamos muy en serio con Bocha Massarotti, con quien repasamos a fondo la mecánica de la Cupecita.

Nuestra primera sorpresa fue al llegar a Cañada de Gómez donde nos recibió una multitud, encabezada por el Intendente, a las 5:30 hs de la mañana con un excelente desayuno y con los chicos de las escuelas agitando banderitas.

Seguimos rumbo a Cosquín donde culminó la etapa sobre el escenario donde se han lucido las más grandes figuras del folklore nacional. El Intendente se acercó a saludarnos, entregándonos un presente a cada uno.

La Asociación de Cupecitas y todos los participantes visitamos la bóveda de la familia Marimón donde descansan los restos de Domingo y su hijo Onofre.

La segunda etapa implicó el cruce de los Andes. Estando en la fila de la Aduana nos azotó una tormenta de viento, nieve y granizo, quedando algunos coches marcados por las pedradas. Ya en territorio chileno pasamos por Viña de Mar, La Serena, Caldera, Antofagasta, con el privilegio de inaugurar el Hotel Terrado en el que disfrutamos durante dos días de sus excelentes instalaciones cinco estrellas. Con rumbo a Nazca hallamos, en pleno desierto de Atacama, una inmensa escultura, la "Mano del desierto" de Mario Irarrazabal, que emerge asombrosamente de la tierra.

Llegamos a la frontera, Arica-Tacna, e ingresamos a Perú, parando luego en Arequipa donde fuimos muy bien recibidos. Al arribar a Nazca pudimos apreciar, desde un mirador, parte de las famosas e increíbles líneas.

Rumbo a Lima y en pleno desierto, nos recibieron en una carpa una gran cantidad de gente perteneciente a distintas agrupaciones de autos antiguos y de colección, quienes nos brindaron una excelente recepción con choripán y bebidas y nos hicieron entrega de algunos presentes.

Ya en Lima, con custodia policial y acompañamiento de autos antiguos de la zona, fuimos hasta la Plaza de Armas en la que se encuentra el edificio de la Alcaldía. Una gran multitud nos esperaba. Nos recibió el Alcalde invitándonos a pasar y recorrer el palacio. Terminamos con un exquisito refrigerio que acompañó la entrega de premios.

El siguiente país en nuestra ruta fue el pequeño Ecuador. Nos sorprendió más que gratamente con sus paisajes, su exuberante vegetación y la calidez de su gente. El clima de la zona produce breves pero intensas tormentas que, inevitablemente, concluyen con el sol en todo su esplendor.

Pasamos por la ciudad de Pasto para luego ingresar a Colombia: Cali, Bogotá, Bucaramanga. Toda la geografía colombiana es de montañas con caminos verdaderamente sinuosos, los que, a algunos de nosotros, nos complicó la marcha.

Próximos a San Cristóbal, ya en Venezuela, nos seguía una pareja que nos fotografía y trataba de ponerse en contacto con nosotros. Al llegar a una estación de servicio, donde éramos esperados por diferentes asociaciones, tuvimos la grata sorpresa de que nos invitaran a los surtidores, nos llenaran los tanques y nos convidaran con bebidas a discreción. Resultó entonces que la pareja que nos seguía nos ubicó y nos preguntó si éramos verdaderamente del Club Banfield. Le comenté que vivía en Banfield pera era hincha de Lanús. Me respondió que si era hincha de football seguramente lo conocía: "Yo jugué en la primera de Lanús, mi nombre es Echenausci". Efectivamente lo recordé al instante y nos fundimos en un emotivo y recíproco abrazo. Al reconocer mi apellido recordó a mis tíos quienes integraron la C. D. del Club Lanús. Lamentó no haberse enterado con más anticipación de nuestra presencia para preparar un recibimiento especial. Este ex jugador reside desde hace varios años en Venezuela y es director técnico de football; sus hijos juegan en primera división.

Al ingresar a Venezuela nos entregaron un instructivo extendido por el Ministerio de Relaciones Exteriores donde nos informaban que seríamos escoltados por la Policía y el Ejército con el propósito de no tener inconvenientes en nuestro desplazamiento por ese país. Debido a que había largas filas para el control de vehículos, nuestros autos, escoltados por las motos policiales, pasaron por los costados, salteando dichos controles. Una camioneta que estaba en la fila se molestó por la excepción hecha con nosotros. Nos persiguió, nos encerró y las dos personas a bordo bajaron blandiendo armas y exigiéndole a la policía que nos detuviera. El oficial les informó que teníamos un permiso especial de paso. Cuando se iban le tomé la patente, le dije que los iba a denunciar y que las pistolas se la iban a tener que poner donde no les daba el sol.

Llegamos finalmente a Caracas y nos abrazamos durante un buen rato con mucha alegría. Pero aun faltan cuatro autos por llegar. Fuimos en dirección al Gran Hotel Tamanaco y luego de refrescarnos vimos con gran satisfacción que todos los participantes ya estaban arribados. Todo terminó con un gran festejo y entrega de premios.

Cabe señalar que a partir de la segunda o tercera etapa se amalgamó en general el grupo y en particular las tripulaciones de los tres autos de CAdeAA, constituyéndose en una familia.

Agradezco a Bocha Massarotti por su dedicación al auto durante la preparación y a todos los que colaboraron para que este sueño se hiciera realidad. El auto no sufrió desperfecto alguno durante los 10.800 km de recorrido.

También agradezco a CAdeAA por el seguimiento hecho durante toda la carrera, por el emotivo recibimiento que nos hicieron en el Club y por los hermosos trofeos que nos entregaron.

Pedro Rubinetti

Los gladiadores: Herce, Motiluk, Ferrero, Vertone, Rubinetti padre y Rubinetti hijo detrás de la cámara
Los gladiadores: Herce, Motiluk, Ferrero, Vertone, Rubinetti padre y Rubinetti hijo detrás de la cámara