Con motivo de los 100 años de nuestra querida marca CHEVROLET quisiera relatar una historia, la de mi abuelo Manuel. Acabo de ser abuelo y con la llegada de Ignacio Manuel ya van 5 generaciones de "Manuel Casal" desde 1896.
Mi abuelo trabajaba en los barcos, en sala de máquinas y calderas. Allá por 1927 decidió quedarse en tierra para estar más con la familia. Siempre decía que no le deseaba a nadie la tarea de atender un motor de esa época, recién ajustado, realizando su lubricación muchas veces a mano, esquivando enormes bielas y monstruosos cigüeñales. Por su experiencia con las calderas consiguió trabajo en GM, que en ese entonces estaba en Madero y Garay, donde después estuvo FATE. Allí se armaba el Chevrolet "Campeón Consagrado" como se lo denominaba en esa época. Más tarde, ya entrada la década del 30, pasó a la planta de Barracas hasta el año 1937.
Contaba que, en la puerta de la planta, en una oficina hecha para tal fin, estaban los "Gallegos
colectiveros" esperando la salida de los chasis para llevar a carrozar y siempre había "piñas" porque nunca alcanzaban. En ese año de 1937, G M compró el predio de San Martín para hacer manufactura y dejar la planta de Barracas para ensamblaje, siendo mi abuelo trasladado allí para trabajar en el montaje de la nueva planta con los americanos y cuya inauguración se produjo en el año 1939. En esa época los autos venían desarmados, en cajones, y las piezas protegidas en grasa que se sacaba con vapor, trabajando las calderas las 24 horas y llevando un mantenimiento continuo. Lo que es trabajo, allí no faltaba… El abuelo comentaba que, en la depresión del 30, gracias a su trabajo en la industria automotriz, pudo mantener a su familia (esposa, suegra y 5 hijos) dignamente, sintiéndose agradecido y orgulloso de formar parte de GM. Eran épocas en que la gente se ponía la camiseta de la empresa en la que trabajaba y hacia honor a la cultura del trabajo, ayudando a forjar este país.
Debido a la segunda guerra mundial, GM cesó sus actividades en el año 1942, al ver que se despedía personal y quedaba nada más que la gente de mantenimiento, el abuelo propuso a la Gerencia la reconversión del combustible de calderas de fuel oil por madera y ampliar la sección Carpintería para producir elementos de uso múltiple como bancos, tablas de lavar la ropa, cajas de carga para camiones etc. usando los desechos de madera y aserrín como combustible. Todavía mi Mamá conserva 2 bancos de uso diario, impecables, construidos en aquel momento. Su propuesta fue aceptada y GM siguió funcionando mínimamente en ese período tan duro, cuando no había combustible, neumáticos, etc.
Después de la guerra, y retomada la producción automotriz, la compañía fabricó también heladeras marca ARGEMO, que era en realidad la heladera americana FRIGIDAIRE, habiendo adquirido mi abuelo una que lo acompaño toda su vida.
En 1952 se declaró a General Motors de utilidad pública, usándose sus instalaciones para reparación y mantenimiento de tanques de guerra del Ejército y ómnibus de la Corporación Transportes de Buenos Aires entre otras cosas privándonos, lamentablemente, de magníficos modelos que hoy luciríamos contentos en nuestro Club. Cosas de la política de este país… Así el estado de cosas hasta el año 1957, cuando se empiezan a comercializar tímidamente, y a armar en algunos casos, camiones de la marca Chevrolet y Bedford hasta el año 1960, en que arranca a pleno la actividad nuevamente con la fabricación de la pick-up "APACHE 10" que revolucionó el mercado tras años de abstinencia de vehículos comerciales livianos. Abuelo Manuel siguió trabajando en GM hasta el año 1955 en que se jubiló como jefe de maquinas, recibiendo como regalo un reloj de oro grabado que atesoraba y mostraba muy pocas veces.
Trabajaron también en la compañía 2 tíos y mi papá, en San Martín y Barracas, indistintamente. Recuerdo que mi papá nos venía a buscar a mi hermano y a mí, a las 5 de la tarde, cuando salía de GM, para ir a dar una vuelta con una pick-up flamante, toda amarilla y con los logos de G M
que hoy conocemos, en las puertas. Yo, extasiado, miraba todo con ojos de niño ávidos de no perderse nada. La luz que decía "GENERATOR" en el tablero se prendía al llegar al semáforo y yo no entendía por qué. El cenicero que decía ASH TRAY, el olor del tapizado, el festín que era mirar la ciudad desde el interior de la "APACHE" 0 km… Son imágenes que siguen hoy grabadas en mi mente, como en aquellos lejanos días de 1961. Y la pelea final con mi hermano, claro, por ver quién tiraba de la barra traba volante, accesorio característico de los vehículos CHEVROLET en esos años, cuando terminaba el paseo y teníamos que volver para hacer los "malignos deberes"… ¡COMO PARA NO SER HINCHA DE CHEVROLET…!
Seguramente Ariosto, ex Concesionario de la marca, sabrá de qué estoy hablando.