Autoclásica 2009

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La mejor de todas

Autoclásica 2009
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Autoclásica 2009

Cuando esta edición de La Luneta llegue a sus manos, Autoclásica será ya un recuerdo. Por ello, sería tedioso repetir una cantidad de datos que ya han sido suficientemente publicitados. Pero esta edición, esta en particular, merece, al menos ser destacada.

A entender de muchos (o la mayoría) de los asistentes, fue la mejor de todas las ediciones que hayamos visto. Ordenada, completa, pensada y con una interacción mejorada con Clubes y Autojumblistas.

La calidad de los automóviles expuestos es, a no dudarlo, superlativa. Basten como muestra la exhibición de 7 extraordinarios Bentleys de la década del 20 los que, además, recorrerán la R 40 de norte a sur del país, demostrando que los autos, sean del año que sean y valgan lo que valgan, están hechos para andar caminos y no solo para exhibirse en un museo, tipo vitrina. Rolls Royce, Aston Martin, Lancia, Alfa Romeo y lo que se le ocurra podía ser encontrado por allí. Son marcas y calidades que permiten sospechar que esta muestra es la mejor de Sudamérica.

Este año, además, el capítulo deportivo fue de un nivel y variedad excepcionales. Tanto que ameritó la nota especial de Miguel Tillous (ver Un templo de…)

Los autos que vemos en Autoclásica, sin duda, se compran con plata. Mucha plata. Pero además, hay que saber qué se compra y tener buen gusto. Y los coleccionistas argentinos han dado cátedra en este sentido, permitiéndonos, además, ver y disfrutar sus preciados tesoros. Si se puede ir a Pebble Beach, Goodwood, Villa D'Este, fantástico. Pero si no, aquí cerquita, cada año, hay gente, mucha, que trabaja para que no nos quedemos fuera del mundo.
Más de 40.000 personas están de acuerdo con estos conceptos.

El centenar de puesto de Autojumble y el show de los vapores de los amigos del Zoo de Luján, haciendo las delicias de los pibes, completan un panorama digno del reino de la fantasía.

Hoy día, en nuestra querida Argentina, donde tantas cosas nos duelen y tantas otras nos avergüenzan o nos desesperan, un evento de este calibre nos enorgullece y nos demuestra que cuando las organizaciones privadas no son intervenidas, ni atravesadas, ni subyugadas, pueden hacer cosas maravillosas. Para completar, mucho de lo recaudado se destinó a equipamiento médico para el Hospital Materno Infantil de San Isidro.

El Presidente del Club de Automóviles Clásicos, Alec Daly y su Comisión, ya están trabajando para la 10ª Edición en línea con el Bicentenario y pensando en mejorar lo inmejorable.

Sí nos gustaría sugerir, aprovechando el Bicentenario, un lugar especial y destacado para la industria nacional, cuyos autos tienen ya varias décadas y son parte importante en la historia y la industria nacionales. No olvidemos que los autos son un hecho cultural, pues están ubicados en un tiempo, lugar y circunstancia de la historia.

Finalmente, nos quitamos el sombrero en respetuoso saludo y felicitación a esta ejemplar entidad y sus dirigentes.

UN SOBERBIO PREMIO HISTÓRICO

Al orgullo de tener Socios premiados cada año, se suma en esta edición un suceso extraordinario: La moto Bianchi de Ariel Giacone recibió el premio FIVA al vehículo en mejor estado original DE TODA LA MUESTRA, incluido los automóviles. FIVA lo otorgó por segunda vez en su historia a una motocicleta. Tan inusual es este hecho que los jueces debieron consultar a la Federación la reglamentariedad de esta decisión. La primera vez lo habían otorgado en Inglaterra. Ariel es una persona excelente y generosa. Sabe mucho, aprende con humildad cada día, enseña y ayuda siempre. Se lo merece.

Autoclásica 2009
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Un verdadero templo del auto de competición

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Debo confesar que para mi gusto personal, el auto –si es de carrera- emociona más. Y en Autoclásica 2009 tuvimos para emocionarnos un rato largo.

Apenas traspasadas las gateras que delimitaban el ingreso a la muestra, una pequeña carpa guardaba la perfecta reconstrucción de un Huayra Ford SP, un diseño que para la época en la que vio la luz, impactó por su aerodinamia. Eran los autos oficiales que la marca del óvalo puso – en un ya muy lejano 1969 - en manos de dos jóvenes promesas de aquel tiempo, Carlos Pascualini y un tal Carlos Reutemann…

Unos pasos más adelante, y después de tomarnos unos segundos para respirar hondo y profundo, se podía ingresar en una especie de templo del auto de competición de cualquier época, la que uno prefiera:
• Un Talbot Lago Grand Prix (sí, exactamente uno de esos que vinieron a Rafaela en el ´50);
• La Maserati 8 CL de Riganti en Indianápolis del ´40, que no es otra que una de las dos construidas y que más tarde fuera de Pascual Puopolo, un monoposto para provocarle taquicardia al más insensible de los mortales.
• Otra Maserati, una 4 CL, que supo tener algún pasado en las primeras temporadas internacionales de Argentina, a finales de los ´40.
• El REO "pistero" de Blanco.
• El Studebaker de Cástulo Hortal.
• El Ford GT 40…
• La mismísima Ferrari 330 TR ganadora de Le Mans´62, en manos de Phil Hill y Olivier Gendebien, último ejemplar de Maranello con motor delantero en ganar en el mítico trazado francés. Su valor se estima varias veces millonario en €uros. Un lujo para la vista y la reina absoluta de la Expo.

Pero después de semejante panzada, había que seguir porque enfrente nomás, se podía visitar la muy festejada (por la idea y por el contenido) carpa de los monopostos. Una selección de lo más variado que uno pueda imaginar, desde un Fuerza Libre de los ´50, hasta un Brabham de fórmula 2 europea que sirviera de catapulta al mismo Reutemann para llegar a la fórmula 1, pasando por un Crespi Minijunior, aquel que tenía motor BMW (o De Carlo si usted lo prefiere). Y el Requejo Chevrolet que ganara dos veces las 500 Millas de Rafaela, también el Requejo con que corriera en 1979 la última carrera de la categoría Mecánica Argentina Fórmula 1; más el primer Berta Tornado F1; el Trueno Sprint; un Avante; La Betty de Benedicto Campos; el Martos Peugeot campeón de la fórmula 2 criolla del año ´72 con Cocho López y la Maserati 4 CLT de Fangio, ganadora en aquélla primera temporada europea del más grande, auto emblemático, si los hay.

Saliendo del sector pura sangre de carrera, unos pasos al frente nos aguardaba un reducido pero muy selecto grupo de autos sport:
• Maserati A6 GCS 2 litros.
• Una Osca que fuera de Luiggi Piotti y que tuviera participación en el Gran Premio de La Habana y en los 1.000 Kms. de Bs. As.
• Un Alfa Romeo TZ1 Zagato con un nivel de restauración superlativo.

Y no debo olvidarme de las clásicas cupecitas de Turismo Carretera, algunas 100% originales, como la de los hermanos Mantinian, o la que corriera en alguna oportunidad Nasif Estéfano, ni tampoco de la reconstruida Garrafa de Andrea Vianini, aquella que tenía chasis Bergantín y motor Chevrolet…

No pretendo "pasarme de vueltas" con esto de los autos de carrera, al fin y al cabo Autoclásica, en su esencia, apunta a la elegancia y a la originalidad. Pero lo visto este año en el tema competición nos permite soñar, por qué no, con nuestro propio Goodwood, salvando las respetables distancias…

Miguel Tillous

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