Una mañana de otoño que parecía primavera, subimos a la autopista y nos largamos a Tomás Jofré, sobre la R 5, algunos km pasando Luján. Famoso, desde hace unos 25 años, por sus reciclados almacenes y bodegones de campo. Se hizo renombrado por las pastas caseras que servía un boliche, Silvano, post picada con salame quintero y quesito del lugar. Hoy, el pueblo recibe unas 5.000 personas semanales. Extraordinaria cifra si pensamos que no pasa de 100 habitantes permanentes.

¿Para qué fuimos? Simplemente para hacer algunos kilómetros en nuestros antiguos, comer bien y celebrar la amistad. Nada menos. Una veintena de autos y unas 50 personas nos acomodamos en un antiguo y remozado local que pudo ser almacén de campo, carnicería o algún otro comercio. Celebramos el día maravilloso, conversamos y pasamos revista a las unidades, haciendo los chistes de práctica. Las fotos ubican a los autos sobre calles de tierra, esquina de campo, donde alguna vez estuvieron. Pasamos bien y en familia, volviendo prudentemente temprano. Los robles y otros árboles de hermoso otoño enmarcaron la salida. Fantástico.

Fotos: Héctor Cordeiro