Un garage

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Lindo, útil, limpio, ordenado.

Un garage

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Jack Olsen, quien vive en las afueras de Los Ángeles y disfruta metiendo mano en su Porsche 911, mandó unas fotos y un video de su garaje a Hemmings, quienes las publicaron en su boletín digital. Allí lo conocimos. Nos comunicamos con Olsen y gentilmente nos permitió publicarlas.

El Garaje mide 6.5 x 6,5 metros y fue realizado con los muebles y materiales más baratos conseguibles, sobre la base del "Hágalo Ud. mismo". La luz es, mayormente, de artefactos estándar de tubos fluorescentes aunque también se usaron tres lámparas de aluminio colgantes. Todo en el lugar es "hecho en casa", de segunda mano o restaurado. Los armarios grandes son metálicos y suelen encontrarse como rezagos de oficina.

Los estantes son suficientemente fuertes como para soportar un buen peso. Nuevos son caros, intente conseguir material usado.

La mesa alta sobre el frente es hecha en casa. Olsen mismo dobló y soldó los perfiles, agregándole una tabla superior.

En cuanto a la mesa central, al lado del auto, a manera de isla de cocina, es de muebles industrializados, mejorados con una tapa superior para usarlo de mesa de trabajo (mesada revestida en metal, goma, etc.) y es usada para la amoladora/cortadora. Sobre la izquierda, hay un par de mesas plegables sobre la pared. Una de ellas destinada a trabajos de soldado y la otra para tareas generales. La parte de la piletita está hecha con un mueble metálico fuerte, cortado a la altura necesaria. El resto del mueble se usó para armar otras alacenas más pequeñas y cajas colgantes.

El elevador hidráulico es de segunda mano. Instalado en una cavidad hecha en el piso y con la plancha elevadora hecha con las mismas cerámicas, a fin de disimularlo cuando está en reposo. Un método mucho más seguro y práctico que las antiguas fosas, siempre y cuando se utilice una traba de seguridad confiable cuando está elevado, evidentemente.

Este rincón, eminentemente masculino, puede convertirse en atrayente refugio donde escapar de la siempre abrumadora rutina. Un gran y bien visible reloj habrá de recordarnos regresar a la casa, antes que debamos trasladar, a nuestro privado rincón, la cama y las pilchas. El toque argentino se lo dará la provisión del anafe para la pava con la que, los "desocupados amigos" que irán cayendo cada sábado, cebarán unos criollos amargos, conversarán incansablemente y no nos dejarán trabajar en paz. Bendito sea.

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